Originalmente Publicado 4 enero 2018
Escribí esto en mi blog viejo sobre mi ansiedad en el trabajo. Basada en el título (“Método 1”) solo puedo suponer que tenía la intención de hacer una serie. Aunque nunca escribí algo igual. También, al final hay notas que había escrito para mi audiencia original. No las borro porque serán relevantes en otras publicaciones de mi blog viejo. …Y me parecen divertidas. Todavía estoy de acuerdo con lo que escribí, entonces ¡diviértanse aprendiendo sobre las dificultades de una cajera de supermercado!
No puedo parar de pensar en algo. Como mencioné en una publicación vieja, tengo un trabajo temporal en un supermercado como cajera. Aunque el trabajo sube mi ansiedad y empeora mi depresión, sigo trabajando ahí. Mi primer verano ahí fue un gran choque cultural. Apenas había completado mi primer año en la universidad y un curso de tres semanas de Estadísticas cuando empecé el trabajo. De hecho, recuerdo haber tenido que faltar unos días de clase para ir a la entrevista y entrenamiento. Esperen mi historia de entrevista porque esa es única.
De cualquier manera, cuando empecé el trabajo era una alma nueva e inocente. Una alma nueva e inocente que no tenía idea a lo que se había metido. Aparte de trabajar 40 horas a la semana, también decidí que era buena idea tomar dos clases durante el primer mes de verano. Iba a clase en la mañana por un par de horas, después al trabajo por ocho horas durante el día, y en la noche trabajaba en mi segunda clase por internet. Dormía y después me paraba para hacerlo todo de vuelta. Cinco veces a la semana.
En mis días de descanso, si no tenía un examen el siguiente día, (y a veces aún si tenía uno) lo único que podía hacer era sentarme catatónica en el sillón viendo tele sin pensar o jugar video juegos por horas a la vez. Era como si mi cuerpo no soportaba la separación del trabajo o escuela. Es como si se reusaba hacer cualquier cosa que no fuera trabajo o escuela. Ese era el principio de mi descensión a convertirme en trabajólica. (Más sobre eso en publicaciones en el futuro.)
Era como un robot. Aparte de eso, era nerviosa y tímida. Ir al trabajo se sentía como ir a un cuarto de tortura. Pero en vez de tortura de agua y látigos, llegaba a conversación y preguntas inocentes. Salpicado en mis días había situaciones legítimamente groseras e injustas, pero por la mayor parte las situaciones que me causaban ansiedad intensa eran completamente inofensivas.
Nosotras las cajeras hacíamos unos pocos trabajos. Si no estábamos en una caja registradora grande (el tipo que gente típicamente piensa de en supermercados), trabajábamos en el área de 15 cosas o menos llamada exprés o a lado de la comida preparada en las tres cajitas de 10 cosas o menos llamada móviles. Adicionalmente, a veces embolsábamos el mandado en las registradoras grandes o hacíamos trabajos pequeños como barrer o llenar bolsas de hielo para ofrecerles a clientes con mandado frio y un viaje largo.
Mi trabajo favorito, por supuesto, era el de cerillo. Cuando embolsaba mandado, pocas personas me dirían más que “hola” (si es que me decían eso). Durante mi primer año, esto me molestaba. El hecho que cientas de personas activamente evitaban hablar conmigo o de alguna forma reconocer mi existencia me hacía sentir insignificante. Pero en cuanto me entrenaron para trabajar en la caja registradora, esos momentos escasos embolsando se convirtieron en un refugio. Con la excepción de algunos clientes odiosos insistiendo que sonriera, a nadie le importaba lo que tenía que decir cuando embolsaba. No era mi trabajo que me notaran y mucho menos que me escucharan.
A cambio, en una caja registradora gente esperaba que sonriera desde el inicio y que conversara en una manera ligera y natural. Algo que no sabía hacer. Tomé las advertencias de no hablar con extraños de mis padres como ley desde chica. Entonces tenía absolutamente ninguna idea como charlar con personas. Recordándolo ahora, casi es cómico si no fuera tan trágico. Alguien haría un comentario sobre el clima y yo solo les daría una sonrisa nerviosa un tembloroso “sííí”.
Después, pasaría el resto de la transacción mirando cada cosa que escaneaba fijamente por lo mientras que el cliente esperaba torpemente para que acabara el castigo. Mientras tanto, el desafortunado cerillo al fin de mi registradora empezaría a ahogarse en verduras, leche, y otras cosas porque yo las mandaba lo más rápido posible para ahorrarme unos segundos de agonía. Estaba incomoda, cuando menos.
Eso era entonces. Hoy en día, soy neutral o finjo estar feliz la mayoría del tiempo. Vamos a tomar un segundo para hablar de eso porque yo pienso que fue una de las claves de mantener mi cordura en este trabajo. Al principio, me reusaba a ponerme una máscara y pretender estar feliz de ver la manada de personas que tendría que servir ese día. Quería ser real. Ser real me causó varios ataques de pánico y reforzó mi depresión. La gente puede ser canalla. A propósito, o no.
Al darme un papel que actuar todo se sentía menos personal. ¿Y qué si alguien me gritara por usar el tipo de bolsas equivocadas para su mandado (¡como si yo pudiera leer sus mentes!)? ¿Y qué si una persona me mirara con desdén o superioridad? No me estaba viendo a mí. Entonces mi álter ego sonreiría, se disculparía, y ofrecería llamar a un jefe. Trata de ayudar lo más que pueda. No me agrada. Pero no podía seguir. Mi ser actual se estaba quebrando, entonces usé un holograma.
En una manera extraña, tomar estas cosas menos personales era mi primera estrategia para sobrellevar mi trabajo. Después de todo, los clientes que habían sido groseros conmigo probablemente reaccionarían igual con cualquier otra cajera. Son sus acciones, no mi provocación, que han causado conflicto. Con que yo haga mi trabajo, siendo profesional y respetuosa, no importa lo que haga el cliente. Pueden tirar un puñetazo si quieren. No me importa. Son sus acciones no las mías. Mantener esta personalidad en ninguna manera previene que gente sea ofensiva o lujuriosa, pero ayuda a mi consciencia. Al fin del día yo me debería importar más a mí que patanes que no conozco.
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Si has llegado hasta aquí en la historia/prosa/ o lo que sea este texto glorificante de mí misma, gracias. No quiero que este blog sea un monologo interior. Aunque no sepa lo que quiero que sea todavía, sé que no quiero que sea eso. Quiero que sea personal y entretenido en adición de ser esclarecedor. Quién sabe cuándo encuentre un balance entre esos tres, pero tengo esperanzas que encontraré ese balance y después repasaré estos textos viejos con una pluma roja figurativa. Le pondré una gran x y me reiré por lo mientras que tomo chocolate caliente y como palomitas.
Planeaba escribir sobre mi compañera de trabajo Alison (pseudo nombre, por supuesto) y sobre sus interacciones negativas con los clientes y mis hipótesis sobre eso. ¡Pero! Como me decía mi maestra de cuarto grado constantemente, me falta dirección en mi escritura. ~Afortunadamente por ustedes, me están acompañando en este viaje por lo mientas que intento encontrarla.~ Gracias de nuevo por leer hasta este punto. No esperen con mucha ansiedad la siguiente diatriba sobre la vida y los problemas de una cajera de supermercado. Estoy segura de que son personas agradables con muchas cosas más emocionantes que hacer en vez de eso.
*El “~” alrededor de palabras u oraciones indica sarcasmo.
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